"Mi intención fue hacer algo así como una historia universal contada desde el punto de vista de los que no han salido en la foto", dice a 7 Días el escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano sobre su nuevo libro "Espejos", que Editorial Siglo XXI lanzará en Buenos Aires a mediados de este mes. De la mano de Galeano, los lectores descubren que cuando fueron desalojados del Paraíso, Adán y Eva se mudaron al Africa; que la escritura y el álgebra se inventaron en Irak y no en Texas; que las tres novedades que hicieron posible el Renacimiento europeo, la brújula, la pólvora y la imprenta, habían sido inventadas por los chinos, que también inventaron casi todo lo que Europa reinventó. En sus historias minimas Galeano cuenta que John Locke, el filósofo de la libertad, era accionista de la Royal Africa Company, que compraba y vendía esclavos. Que la Coca Cola inventó la Fanta, en plena guerra, para el mercado alemán, que la IBM hizo posible la identificación y clasificación de los judíos, y ésa fue la primera hazaña en gran escala del sistema de tarjetas perforadas. Las historias narradas por Galeano son pequeñas, minimalistas, y se sitúan al margen de grandes gestas. La Historia se hace poesía, denucia, humor, fábula y leyenda. En esta entrevista exclusiva, Galeano defiende su pasión por el fútbol, , admite sus contradicciones respecto de Hugo Chávez , critica a Fidel pero rescata a Cuba, advierte contra el monocultivo y propone una solución para el conflicto entre Argentina y Uruguay por la instalación de las pasteras de celulosa
--¿Por qué escribió "Espejos"?
--"Espejos" es la culminación de un trabajo que inicié con "Las venas abiertas..." y que continué con "Memorias del Fuego". En Memorias encontré mi lenguaje, mi estilo para contar el pasado de tal manera que se convirtiera en presente. Para que el lector sintiera que eso que había ocurrido, seguía ocurriendo mientras yo lo contaba---
¿Qué es para usted el pasado?
--Es un señor que se hace el dormido o -a veces-, simula estar muerto, pero que en realidad está vivo en todos nosotros aunque no lo sepamos. En Memorias del fuego las historias chiquitas fueron formando la Historia grande. Allí me di cuenta de que estaba encontrando amigos y enemigos en otras épocas, en otros tiempos.
--¿Pero porqué lo tituló Espejos?
--Porque en los espejos uno se reconoce en otros aunque esos otros ya no estén. De algún modo te reconoces: en lo que amas o en lo que odias. El libro está escrito para contar cosas, contar historias que le ocurrieron "a los que no salieron en la foto". O sea, a los que fueron excluidos por la historia oficial: las mujeres, los negros, los indios, los chinos, los indúes, los árabes. Es gente que tiene una enorme historia pero que no se sabe que ha ocurrido.
--Cuando dice que es una Historia casi universal, no es también la historia de los vencidos, de los derrotados...
--Sí. Creo que sí. Porque creo que los mensajes más interesantes que podemos recibir son los mensajes no escuchados, porque los que emitieron esos mensajes fueron los derrotados de la Historia oficial. Yo fui rescatando cosas que me fueron asombrando en la medida que las iba descubriendo. Se trata de recoger el testimonio de los no escuchados, justamente porque sus vencedores se ocuparon de callarlo. De todos modos, la prueba de que la Historia está viva es que los vencidos de hoy pueden ser los vencedores de mañana o a la inversa.
--Usted trabaja mucho con la mirada, con el punto de vista para cuestionar aquellas cosas que uno da por obvias.
--Yo lo que hago es mirarlas de otro lado. Siempre digo que desde el punto de vista de una lombriz un plato de spagettis es una orgía. Se trata de mirar desde el otro ángulo. ¿Porqué fueron "normales" cosas que fueron tan anormales?. ¿Cómo pudieron ser aceptadas tantas exclusiones, tanta discriminación, tantas mutilaciones?
--Deme un ejemplo
--La Iglesia católica impidió durante siete siglos y medio que las mujeres cantaran en los templos. ¿Porqué eso resultó "normal?. La idea que las voces de las hijas de Eva ensuciaba la pureza del templo porque era la voz que había tentado a Adán.
Lo mismo pasa con el celibato sacerdotal. Los curas se casaban hasta que la Iglesia -que era dueña de la tercera parte de todas las tierras de Europa- que no se podía timbear el patrimonio si se dejaba en manos de las mujeres y los hijos de los curas. Para preservar su patrimonio inmobiliario, la Iglesia se convirtió en la única empresa de solteros del mundo.
--¿Cómo prefiere definirse: como periodista, como historiador, como cronista?
--Como nada. Yo no sé bien lo que soy. Lo que escribo es un género de géneros, es una cosa muy difícil de clasificar. Lo que sé es que la mirada humana es subjetiva: la objetividad es una aventura imposible y que en general se usa como máscara para ocultar las deformaciones más colosales de la realidad.
--¿Cuál es la respuesta que ha encontrado para todas las injusticias que recopila en el libro?
--El libro no da respuestas, sólo formula preguntas y después cada cual lo interpretará a su manera. Esa es la diferencia entre este tipo de narrativa y un libro como "Las venas abiertas...." que era un ensayo clásico. Aquí hay un juego más libre con el lector. Yo intento conversar con él y entregarle estas cosas para que cada uno haga con ellas lo que le parezca.
--La denuncia es una constante en sus libros y artículos, pero el tono de la denuncia ha cambiado ¿Por qué?
--He ido descubriendo que todo lo que uno intente hacer para desenmascararla realidad va a ser más eficaz, va a funcionar mejor si uno se limita a mostrarla tal cual es. La denuncia explícita me parece menos eficaz a largo plazo que la denuncia implícita. Es como la diferencia entre la pornografía y el erotismo.
--¿Cuándo le indignan cuestiones del presente, no le dan ganas de subir el tono?
--Yo creo que la prosa vibra mejor, tiene más electricidad cuando uno cabalga mejor con riendas cortas. Si uno da rienda suelta, se deja ir, es mucho menos eficaz. Yo no quiero dictar cátedra, pero eso es lo que me pasa a mí. Me parece que mejor que formar es informar. Mejor que desarrollar las ideas en abstracto es encarnarlas. Que las ideas transpiren, que respiren, que tiemblen, que lloren y que rían. Después hay que ver que pasa con las palabras que el lector recibe y ahí no hay estadística válida. La prueba de que un libro de veras funciona no está en el libro sino en el lector o la lectora.
--¿Cómo trabaja?
--Siempre ando con una libretita (saca del bolsillo una libreta del tamaño de una caja de fósforos). Acá tomo nota de cosas que veo , que leo, que no sé si se van a convertir en algo: (hojea la libreta y lee:)
"Todo se hace desde abajo, salvo los pozos se hacen desde arriba"
Ocho años, hijo de un cartonero en Buenos Aires:
--¿Qué es lo que más te gustaría?
--Conocer a Dios pero sin morirme
--¿Cómo elige a sus enemigos?
--No hay malos y buenos. Todo lo que nos mutila la diversidad posible, no ayuda a vivir. Las concepciones fanáticas, dogmáticas de la religión, la política o la cultura o de lo que sea, son mutiladoras de la diversidad. Lo mejor que el mundo tiene es la cantidad de mundos que el mundo contiene. Lo que yo siento como enemigo es aquello que me niega la diversidad del mundo.
--Por ejemplo, los fundamentalismos de cualquier signo...
--No sólo los fundamentalismos. También las mutilaciones heredadas. ¿Cómo puede ser que la estatua más alta de la Argentina sea la del general Roca, el exterminador de los indios? Eso es anormal.
--Sin embargo, usted lo pone a Diego Armando Maradona en el lugar de un Dios.
--Si, pero de un Dios sucio. En el texto sobre Maradona digo que fue un rebelde: el único ídolo del fútbol que cuestionó el negocio del fútbol, que fue solidario con otros jugadores que no eran ni famosos ni importantes como él y eso es algo muy positivo. Pero las claves de su ascenso a su condición divina no están sólo en sus virtudes sibo también en sus defectos. Ha sido más admirado por el gol robado a los ingleses que por el gol que realizó en la jugada más prodigiosa que se ha visto en la Copa del Mundo. Por eso la gente lo quiere tanto: porque es un Dios sucio, pecador, que se nos parece: es borrachín, mujeriego, mentiroso, borrachín. El drama de Maradona es que los dioses no se jubilan. El no va a volver a la anónima multitud de la que proviene. El necesita ser el muerto de cada velorio.
--¿Cómo concilia su pasión por el fútbol con el fútbol-negocio, el fútbol de las barrasbravas?
--Nada ha sido más mercantilizado que el sexo. Mucho más que el fútbol y sin embargo ahí está. Con el fútbol pasa lo mismo. El fútbol bien jugado es una hermosa fiesta de los ojos que lo miran y de las piernas que lo juegan, a pesar de del cochino negocio que rige el fútbol en el mundo de hoy. Lo mismo pasa con muchas otras pasiones humanas que merecen ser vividas.
--¿Qué piensa de la nueva generación de líderes latinoamericanos?
--Hay una voluntad de cambio que me parece muy saludable, pero las generalizaciones son injustas y no muy respetuosas de la realidad. Me parece que existe una voluntad popular de cambio: la gente quiere otra cosa. Se hizo una experiencia muy desgraciada con esta idealización del mercado como una solución mágica para los problemas hasta que país por país se ha ido demostrando que el libre mercado es enemigo de la libertad humana.
--¿Cómo explica la aparición de líderes como Hugo Chávez?
--Es un hombre muy contradictorio. Con algunas cosas me identifico, con otras no. A veces mete la pata, a veces me parece que dice la verdad. Yo lo que resaltaría como su mérito principal es su generosidad. Es un hombre solidario y es muy raro que un país petrolero sea solidario. Los países petroleros siempre son egoístas y jodidos, empezando por Arabia Saudita- El hecho que Venezuela a partir de Chávez se haya convertido en un país tan generoso y solidario me parece muy importante y debe ser tenido en cuenta a la hora de medir la longitud de sus discursos o algunas ideas disparatadas que se le pueden ocurrir.
--¿Y que aspectos le disgustan?
-Cuando me cuenta que Irán es una maravilla. O cuando hace la apología de las Farc a mi no me convence para nada.
--En "Espejos" enumera las críticas que se le han formulado a Fidel Castro...
--Si. Sus enemigos dicen que fue rey sin corona y que confundía la unidad con la unanimidad.
Y en eso sus enemigos tienen razón. También dicen que si Napoleón hubiera tenido un diario como el diario Granma, ningún francés se habría enterado del desastre de Waterloo. Y en eso sus enemigos tienen razón. Pero sus enemigos no dicen que Cuba es un raro país que no compite en la Copa Mundial del Felpudo. Cuba es lo que pudo ser y no lo que quiso ser.
--Usted siempre alerto contra el monocultivo pero ahora Uruguay afronta el riesgo de monocultivo de celulosa y Argentina el de la soja.
--El monocultivo otorga la ilusión de glorias fugaces que después te convierten a la ruina perpetua. La historia latinoamericana es una historia de esas ruinas. Todo monocultivo es devastador. El de soja para la Argentina y el de celulosa para el Uruguay.
--¿Qué haría con las pasteras que procesan celulosa?
--Yo ya sugerí, pero no me hicieron caso. Propuse que las pongan todas en Punta del Este porque van a mejorar mucho la calidad de vida del balneario.
Por, Walter Goobar
Revista 7 Días
Corea del Norte llevó adelante esta semana su segundo ensayo nuclear en tres años. Aunque a diferencia del anterior este ensayo fue exitoso, el resultado no pone en riesgo la abrumadora superioridad militar de sus vecinos China, Rusia, y los protectorados estadounidenses Japón y Corea del Sur. Pero en términos políticos la explosión sacudió la región y la onda expansiva se extendió por todo el mundo.
La condena en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fue unánime y ya se está trabajando un paquete de sanciones al límite de lo que estarían dispuestos a aceptar Rusia y China, las dos potencias más cercanas al régimen comunista de Pyongyang.
La reacción norcoreana a la condena de la ONU consistió en redoblar la apuesta con una serie de lanzamientos de misiles y otra andanada de amenazas contra los vecinos. Mientras tanto, en Washington se debatió toda la semana sobre qué debería hacer el gobierno de Barack Obama para enfrentar el desafío, con opiniones para todos los gustos.
Ya que se trata quizá del régimen más cerrado y opaco de todo el mundo, nadie fuera de él parece saber bien qué va a pasar, aunque muchos expertos advierten que el próximo paso en la escalada podría ser un incidente militar en los mares Amarillo o del Japón, que rodean la península coreana. Sin embargo, en el pasado el régimen norcoreano ha llevado varias veces la situación al límite antes de recular, y por eso es apresurado predecir que estamos en la antesala de una nueva guerra.
Para entender un poco lo que está pasando, hace falta conocer cómo se han venido desarrollando los acontecimientos tanto en Corea del Norte como en la región. En Norcorea gobierna el dictador Kim Jong Il, hijo del dictador Kim Il Sung, que había gobernado el país desde 1948 hasta su muerte, en 1994. Kim hijo completó su ascenso al poder en 1998. Al poco tiempo de asumir Kim hijo, el incipiente programa nuclear norcoreano empezó a preocupar a las potencias de la región.
En el 2003 Rusia, China, Estados Unidos, Japón y las dos Coreas iniciaron las llamadas “conversaciones a seis bandas”, en las que Pyongyang negoció el desmantelamiento de su programa nuclear a cambio de asistencia financiera y garantías de seguridad. Con las negociaciones estancadas a mitad de camino, Norcorea lanzó su primer ensayo nuclear en el 2006. Tras el revuelo inicial las partes volvieron a la mesa. Al año siguiente del ensayo alcanzaron un acuerdo y por un tiempo Pyongyang interrumpió su programa y permitió el acceso a sus plantas de los inspectores de la agencia mundial nuclear (AIEA).
La cosa venía más o menos tranquila hasta que el año pasado Kim hijo sufrió un accidente cardiovascular que lo tuvo al borde de la muerte. Durante varios meses dejó de mostrarse y cuando reapareció en público se lo vio notablemente desmejorado. La frágil salud del líder de 68 años lógicamente puso a la cuestión sucesoria como principal preocupación de los norcoreanos, ya que el régimen no parece demasiado preparado.
Kim hijo había demostrado su vocación de poder desde joven y se había exhibido junto a su padre en actos políticos durante años antes de reemplazarlo. En cambio, los nietos de Kim parecen más interesados en los placeres que ofrece el mundo capitalista a quienes puedan pagarlos. En tiempos recientes el hijo mayor del dictador, Kim Jong Nam, fue detenido en Japón con un pasaporte falso y el segundo, Kim Jong Chol, fue visto en un recital de Eric Clapton en Alemania. El menor, Kim Jong Un, que sería el elegido, apenas supera los veinte años y por eso se habla de un interinato tutelar a cargo de algún otro familiar, entre los que se nombra a un cuñado, Jang Song Thaek, recientemente promovido a un puesto clave en el gobierno.
Según el centenario semanario inglés The Economist, la crisis sucesoria produjo una radicalización del régimen de Pyongyang. Los cuadros más duros habrían escalado posiciones a expensas de los moderados. Los programas de cooperación con Seúl se habrían restringido y el líder de los dialoguistas habría sido ejecutado tras ser enjuiciado por corrupción.
En abril Corea del Norte lanzó un cohete de largo alcance que podría llegar hasta Japón. Ante la condena de Naciones Unidas, Pyongyang rompió el acuerdo del 2007, expulsó a los inspectores, dio por reiniciado su programa nuclear y declaró que jamás retomará las conversaciones a seis bandas. Algunos expertos aventuran que el cambio de rumbo es producto de los problemas mentales que a veces acarrea una enfermedad como la que sufrió Kim hijo, de la cual no se conocen muchos detalles.
Pero la hipótesis más difundida es que Kim hijo ha cerrado el régimen y se ha recostado en las fuerzas armadas para fortalecer la frágil transición en ciernes. Los militares norcoreanos glorifican su programa nuclear, que inclusive es motivo de orgullo para no pocos coreanos que viven del otro lado de la frontera.
Así como ha habido cambios importantes dentro de Corea del Norte, también los ha habido en su alrededor. El año pasado asumió la presidencia de Corea del Sur el conservador Lee Myung-bak después de una década de gobierno del centroizquierda. Su antecesor Roh Moo-hyun, cuyo suicidio conmovió al país esta semana, había sido el impulsor de la política de acercamiento a Corea del Norte, la llamada “política de rayo de sol”, y entre otras medidas había creado un Ministerio de Unificación.
La moderación de Seúl produjo no pocos roces con sus aliados de Washington, donde en esa época Bush colocaba al régimen norcoreano en su famosa lista del “Eje del Mal”. Recién después del 2006, tras derrotas en las urnas y el campo de batalla, Bush varió su postura y posibilitó el acuerdo del 2007.
Ahora se invirtieron los roles: la crisis encuentra a un moderado en la Casa Blanca y a un duro en el palacio presidencial en Seúl. Lee reclama sanciones durísimas para Pyongyang, incluyendo la suspensión de la ayuda humanitaria. Y tiene el apoyo de Japón.
En cambio, Rusia y China quieren tamizar las sanciones y las condenas con un llamado a volver a la mesa de negociaciones. Pero al mismo tiempo han sido muy enérgicos en su condena del ensayo nuclear, lo cual hace dudar de hasta qué punto están dispuestos a mantener su política histórica de sostener al régimen comunista norcoreano para mantener el equilibrio de fuerzas en el Lejano Oriente.
En el medio está Obama. Algunos expertos le recomiendan seguir la idea de Rusia y China de reflotar las seis bandas. Otros dicen que debe tomar el toro por las astas y abrir una negociación bilateral con Kim. Otros reclaman mano dura con el dictador. Otros en cambio le recomiendan ignorar todo el asunto, argumentando que las bravuconadas de Kim no pasarán a mayores. Casi todos coinciden en señalar que la crisis es producto del deseo del líder norcoreano de llamar la atención del mundo ante el cambiante escenario por el crac financiero mundial y la llegada de Obama a la presidencia de los Estados Unidos.
Pero hay más. Según reveló en su momento Seymour Hersh en The New Yorker, operarios norcoreanos manejaban la instalación nuclear siria que Israel bombardeó en secreto en septiembre del 2007. Según el diario El País de España, altos funcionarios de Estados Unidos e Israel están convencidos de que Corea del Norte también colabora con el programa nuclear iraní. Desde la óptica de Occidente, ese programa es el principal factor desestabilizador del convulsionado Medio Oriente.
Por eso en el 2003 Bush lanzó la llamada Proliferation Security Initiative (PSI), después de secuestrar doce misiles Scud de un navío norcoreano y tener que devolverlos porque no había razones legales para confiscarlos. El PSI supuestamente es un programa de cooperación internacional orientado a usar todos los instrumentos legales disponibles para confiscar armas de destrucción masiva en tránsito entre países. Pero como sigue siendo muy difícil, desde el punto de vista legal, confiscar un cargamento en puerto y mucho más en alta mar, el poder del PSI es más que nada simbólico.
Al día siguiente del ensayo nuclear norcoreano, Seúl anunció que se unía a los ochenta países que adhieren al PSI. Ese anuncio a su vez fue tomado por Pyongyang como una declaración de guerra. En un comunicado, el gobierno de Kim avisó que cualquier intento de requisar un navío norcoreano provocaría una fuerte respuesta militar.
El sentido común aconseja no sacudir el bote en este momento tan delicado. Distender el clima para facilitar la sucesión de los Kim. Y, ya que estamos, jugarle unas fichas al fan de Eric Clapton.
Por Santiago O’Donnell
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No se dejen engañar por el vestido, ni por la cara de ocasión, en la fiesta inaugural del martes. Michelle Obama sabe quién es, dónde está, y cómo llegó allí. Nadie tiene que explicarle cómo su marido Barack llegó a ser el primer presidente negro de los Estados Unidos. Sabe que el Sueño Americano es un engaño, o en todo caso, una entelequia para muy pocos. Y no lo calla.
Michelle es alta, esbelta, más linda que bella y más negra que él. Su nariz puntiaguda y sus cachetes hundidos le dan cierto aire de ardilla. Sonríe muy poco, al menos en público. Su sello distintivo es un sentido del humor ácido y mordaz. “Yo conozco el juego” es una de sus frases favoritas. ¿Cómo no lo va a conocer?
El “juego” empezó hace mucho. La Casa Blanca se llama Casa Blanca y fue construida por esclavos negros. Ocho presidentes estadounidenses, incluyendo tres en ejercicio, tuvieron esclavos. El abuelo esclavo de Michelle nunca salió de su plantación de Carolina del Sur y se cree que fue enterrado en una fosa común dentro de la hacienda. La familia materna de Michelle sigue viviendo en ese estado sureño.
La sangrienta guerra civil de 1861 llevó al fin la esclavitud, pero medio siglo más tarde las leyes Jim Crow excluían a la población negra de toda participación política. Esa exclusión le abrió las puertas a la discriminación. Cuando Michelle era niña no había políticos negros en el Capitolio y en los micros los negros sólo podían viajar en el asiento de atrás. En los parques donde Michelle jugaba, blancos y negros usaban distintos baños y distintos bebederos, y muchos comercios y restaurantes sólo atendían a los blancos.
Michelle, 45, nunca se resignó a aceptar ese estado de cosas. Había nacido en un hogar de clase media baja en un barrio negro del sur de Chicago en 1964, justo cuando el movimiento de derechos civiles de los negros hacía furor en todo el país. Su padre Fraser era un “block captain”, un puntero del Partido Demócrata, y sus contactos políticos le habían conseguido un buen trabajo en la planta de agua local. Su madre, Marian, trabajaba de secretaria en una tienda de ramos generales. Su hermano, Craig, dos años mayor que ella, era un gran jugador de básquetbol.
Sus padres querían que fuera distinta. “Más importante que leer y escribir es aprender a pensar”, dijo la madre de Michelle en una entrevista el año pasado. “Nosotros les decíamos a nuestros hijos que respeten a sus maestros, pero que no duden en cuestionarlos. Y que ni siquiera nos permitan a nosotros decirles cualquier cosa. Que nos pregunten por qué.”
Cuando Michelle terminó la escuela primaria se enlistó en una de las primeras “escuela-imán”, escuelas especializadas de alto rendimiento creadas a partir de 1980 como herramienta de integración de alumnos que vivían en barrios segregados.
En la escuela, Michelle no practicó deportes como su hermano, aunque muchos se lo habían sugerido. “(Decirle que haga algo) es la mejor manera de asegurarse que no lo hará”, dijo Craig de su hermana. “No iba a hacer deportes simplemente porque era alta, negra y atlética.”
Después de la secundaria, Craig fue reclutado por la prestigiosísima universidad de Princeton para estudiar y jugar en el equipo de básquet. Dos años más tarde Michelle siguió los pasos de su hermano, pero ella se dio el gusto de ingresar por razones estrictamente académicas.
A juzgar por la tesis que escribió para obtener su título en sociología, Michelle no la pasó demasiado bien en Princeton. “Universidades predominantemente blancas como Princeton están diseñadas para servir a las necesidades de alumnos blancos. En Princeton, por ejemplo, sólo enseñan cinco profesores titulares negros, el programa de Estudios Afroamericanos es uno de los departamentos más pequeños y de menor planta docente de la universidad, con sólo cuatro cursos en el primer semestre de 1985, y hay un solo grupo estudiantil reconocido por la universidad dedicado específicamente a los intereses sociales e intelectuales de los negros y otros estudiantes del Tercer Mundo”, escribió Michelle en su tesis “Comunidad negra y negros educados en Princeton”.
Después estudió leyes en la también prestigiosísima Harvard, y después se fue a trabajar a un importante estudio de Chicago. Allí conoció a Barack. El era un pasante, ella una abogada recibida tres años menor que él.
Venían de hogares muy distintos. Barack tenía un padre negro en Kenia a quien nunca veía y una madre blanca de Kansas que lo había criado en distintos rincones del mundo. La niñez de Michelle había transcurrido con su madre en casa y su padre siempre a mano para darle el beso de las buenas noches.
El matrimonio de los Obama no fue un lecho de rosas, al menos al principio. Mientras Barack lanzaba su carrera política, Michelle trabajaba para el alcalde de Chicago y cuidaba a las niñas, Sasha y Malia. Pero no la pasaba bien y se lo hacía saber a su marido. “Elegí una vida con un horario ridículo, una vida que me mantiene alejado de Michelle y los niños durante mucho tiempo y eso ponía a Michelle bajo mucho estrés. Después del nacimiento de Malia, mi esposa estaba muy enojada conmigo y apenas se podía contener”, escribió Barack Obama en su libro autobiográfico La audacia de la esperanza.
Después, al parecer, las cosas mejoraron. Pero durante la campaña presidencial Michelle le pasó a Barack varias facturas. Dijo que su marido dejaba las toallas tiradas en el baño. Dijo que al despertar Barack tiene mal aliento y olor a chivo. Dijo que una vez se enfureció porque él la dejó en la casa con el inodoro desbordado para asistir a una reunión.
Dijo muchas veces que su marido no es perfecto y que ellos no son un matrimonio perfecto. Y dijo más que eso. A pesar de los esfuerzos de los asesores de prensa de la campaña, que nunca pudieron controlarla, dijo una y otra vez que Estados Unidos dista mucho de ser un país perfecto.
Durante la carrera a la presidencia, Michelle hacía campaña dos veces por semana mientras la abuela Marian cuidaba a los niños, porque ella nunca aceptó contratar a una niñera. A diferencia de otras candidatas a primera dama, que siempre mencionan el honor y el privilegio que significa hablarles a los votantes, Michelle nunca ocultó su odio hacia los rituales proselitistas que la alejaban de sus niñas: los viajes, los discursos repetidos, los salones atiborrados, los apretones de manos desconocidas. “Yo soy una persona normal. Cuando no estoy haciendo esto (campaña), soy de meterme en un supermercado a comprar papel higiénico”, dijo para explicar su fastidio.
Pero no por eso era menos efectiva. Al final de cuentas, fue clave para movilizar el voto negro y también el femenino. Su discurso duraba algo más de media hora. Lo había escrito ella misma y lo repetía de memoria en cada parada, sin leer y casi sin cambiarle una letra, lo cual era inusual porque los políticos en campaña suelen acomodarse a los gustos de cada audiencia.
Más inusual todavía era el tono del discurso. Pintaba un Estados Unidos que, lejos de ser un paraíso que atravesaba algunos problemas, como decían los demás, incluso su marido, era un país que nunca había logrado un nivel de desarrollo humano mínimamente aceptable y que empeoraba con cada día. A esta altura del partido Estados Unidos ya era, según Michelle, algo muy parecido al papelón.
“Como país directamente somos malos. Somos un país de cínicos, vividores y complacientes. Nos hemos convertido en una nación de personas a las que apenas les alcanza para llegar al final del día. La gente está mal y ha empeorado durante el transcurso de mi vida. Cuando pienso en mis hijas, me da vergüenza que salgan a recorrer el mundo”, repetía.
Después del pantallazo general explicaba cómo ella y su marido habían padecido las miserias e injusticias del sistema. “Antes uno podía conseguir una educación decente en su propio vecindario. Ahora hay que hacer todo tipo de trámites para conseguir un cupo en alguna escuela-charter o una escuela-imán. La atención médica está fuera de alcance. Déjenme decirles, ¡no se enfermen en Estados Unidos! Las jubilaciones están de-sapareciendo. La universidad es demasiado cara, y aun si encontrás la manera de pagarla, en muchas carreras con el título no recuperás el costo. Están mirando a un matrimonio que recién terminó de pagar sus préstamos educativos hace pocos años. Porque nosotros fuimos a buenas escuelas y no teníamos fideicomiso. Todavía estoy esperando el fideicomiso de Barack, sobre todo después de enterarme de que es pariente de Cheney. ¡Que arrimen algo para este lado!”
Michelle no hablaba mucho del futuro ni de soluciones. Simplemente decía que el único que podía arreglar los problemas era su marido. Decía que ella había hecho un sacrificio al permitir que él se ocupe de los problemas del país. Y advertía que si no lo elegían esta vez, difícilmente habría una segunda oportunidad.
Ya había mostrado la hilacha al principio de la campaña, cuando declaró en una entrevista que, por el apoyo a su marido, “por primera vez me siento orgullosa de mi país”. Los republicanos se abalanzaron sobre su yugular, acusándola de antipatriótica. Barack, en un gesto de galantería, contestó que no se la agarren con su mujer si el problema es con él. Ella agregó que había sido citada fuera de contexto y empezó a ser más cuidadosa en sus declaraciones.
Así llegó Michelle a la Casa Blanca. Conoce el juego. Sabe que detrás de las apariencias –de los vestidos, de los discursos, de los honores– muchas veces no hay nada. Que todos se calzan los pantalones de la misma manera: primero una pierna, después la otra. Que lo acumulado durante una vida de esfuerzo y trabajo puede desaparecer en un segundo. Que en el mundo y en su país sigue siendo mucho más difícil ser negro que blanco, y si se es mujer, mucho más. Que no es casual el nombre de la Casa Blanca. Que ella, por fin, ya es parte de su historia.
Por Santiago O’Donnell
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